domingo, 1 de mayo de 2011

RECORRIENDO LUGARES AGUSTINIANOS

Es importante conocer las propias raíces  para consolidar la identidad. En nuestro caso, como agustinos y agustinas, nuestra historia tiene que ver con lugares donde hermanos nuestros hicieron (y aún lo hacen) realidad la espiritualidad y el carisma inspirado por N.P. San Agustín. Fue lo que Dios nos concedió realizar en esta semana.

24 al 30 abril 2011
El Domingo de Pascua de Resurrección, coincidió la fiesta de la Conversión de San Agustín, y para nosotros fue doble celebración, como cristianos y como quienes procuran plasmar en sus vidas la espiritualidad agustiniana. Aquel gran día, a media mañana celebramos, en la capilla de la Casa de Retiros Santa Rita,  la Santa Eucaristía, y después de un delicioso almuerzo tuvimos la dicha de visitar Nursia, región de Umbría, cuidad donde habitó San Benito, fundador de los Benedictinos, y pasamos por un par de pueblos próximos que conservan su encanto arquitectónico y antigüedad.











Un encuentro con Santa Clara de Montefalco y San Francisco de Asís
El día lunes, después del desayuno, nos pusimos en marcha para iniciar nuestra peregrinación por los lugares agustinianos. Hicimos una parada para conocer el Duomo de Foligno, y arribamos a Montefalco antes del almuerzo. Nos recibieron nuestras hermanas, Monjas Agustinas del Monasterio Agustiniano Santa Clara. A media tarde, la Abadesa, nos dio una explicación en torno a Santa Clara, pudimos contemplar sus restos y recorrer parte del monasterio. Celebramos la Santa Misa junto con nuestras hermanas Monjas. Y al día siguiente (martes) visitamos Asisi, ciudad de otro gran santo, como lo es San Francisco. Después de cena, tuvimos un momento para presentarnos y dialogar muy amenamente con nuestras hermanas Monjas Agustinas, quienes nos sorprendieron con su gran calidez humana y alegría profunda. Fue emocionante también conocer a Sor Mariarosa Guerrini, autora de los dibujos agustinianos, muy populares, en lenguaje cómic.















San Nicolás de Tolentino, nuestro prototipo
El día miércoles, nos dirigimos hacia donde se conserva los restos de quien fue nuestro primer santo de la Orden, considerado como el prototipo de lo que es ser un agustino. ¿De qué lugar y de quién estamos hablando? Pues, nada menos que del Santuario de San Nicolás de Tolentino. La comunidad agustiniana que allí radica nos acogió muy fraternalmente y quedamos sinceramente agradecidos. Durante la tarde, tuvimos la Eucaristía junto al cuerpo del Santo y celebramos las Vísperas en el Santuario junto a la comunidad, además fue posible recorrer el museo y los sectores de la Basílica. Luego de la cena, P. Gabriele, integrante de aquella comunidad, nos compartió unas diapositivas muy interesantes sobre un Proyecto con Jóvenes, y en seguida, con algunos, bajo la guía de P. Luciano, se pudo realizar una visita nocturna de algunos lugares de la cuidad de Tolentino.













Peregrinando hacia nuestros orígenes
El jueves, muy temprano, nos tocó realizar un viaje, un tanto largo, de cuatro horas, hacia la región Toscana de Italia. Pues allá, sobre una colina se impone con su hermosura San Giminiano, que es una ciudadela que conserva rascacielos medievales y, por supuesto, el Convento y el Templo San Agustín, de finales del siglo XIII. Dios mediante, sin retrasos mayores, pudimos llegar para el almuerzo. Allá nos esperaban P. Brian Lowery y su Comunidad, quienes dependen directamente de la Curia Generalizia de la Orden, y por el momento, son cuatros frailes de diferentes países (Holanda, Irlanda, Estados Unidos y Perú). Posterior a un descanso, a eso de las tres de la tarde, se nos invitó a conocer la espléndida Catedral (La Collegiata) erigida en el siglo XII y que tiene las paredes llena de frescos de la autoría de grandes maestros de los siglos XIV y XV. Algunos pudimos subir a lo más alto de una de las torres y contemplar una espléndida vista. Y un poco más tarde, P. Brian, se lució explicándonos lo referido al Templo de San Agustín y, con gran detalle, los respectivos frescos que allí se conservan, especialmente las que expresan los distintos momentos de la vida de San Agustín. Por la noche, según dicen por ahí, fuimos a probar el mejor helado del universo.




Nos hallamos en la Toscana
El día viernes, nuevamente, P. Brian, nos acompañó a lo que fue uno de los antiguos eremitorios, San Leonardo, aunque otras han desaparecido y quedan pequeños vestigios dentro de los bosques, en ésta, y aunque está bajo administración secular, aún se pueden observar algunas huellas agustinianas. Dentro de su amplia historia e importancia, se nos dijo que estaba ubicada al borde del Lago Verano que tuvo que ser secada en la época que afectó la malaria, y que además tiene que ver con el Beato Agustín Novello, uno de los primeros Priores Generales de nuestra Orden.










Inmediatamente avanzamos hacia Lecceto, pues estamos recorriendo Toscana, zona de la fundación de la Orden de San Agustín. Aquí es donde, varias comunidades eremíticas, algunas que ya seguían la Regla de San Agustín, fueron unidas por el Papa Inocencio IV en el año 1244, para formar la Orden de Ermitaños de San Agustín. Doce años más tarde, en 1256, se dio la Gran Unión con otras órdenes, quedando como una nueva Orden Mendicante.
Una vez allí, tuvimos una apreciable recepción de nuestras hermanas Monjas Agustinas de vida contemplativa. Recorrimos los claustros, se nos mostró los frescos y algunos ambientes de aquel gran centro de espiritualidad agustiniana, en su tiempo. Seguidamente celebramos la Santa Eucaristía junto con nuestras hermanas monjas agustinas. Tanto como en los anteriores monasterios que visitamos, nos deleitaron con sus lindas voces en el coro. De igual modo, hubo un corto momento para saludarlas y dialogar con ellas. Allí mismo, en un ambiente que tienen para acoger a los visitantes, pudimos disfrutar un rico almuerzo.










Para finalizar el recorrido, nos trasladamos a Siena. Ingresamos a la tremenda catedral donde se conserva la cabeza de Santa Catalina de Siena. Y para completar nuestros impactos, pasando por la Piazza del Campo, nos hallamos frente a la majestuosa Catedral de Siena.








Vamos a participar en la Beatificación de Juan Pablo II
Ahora sí, tocaba realizar nuestro viaje de retorno San Giminiano-Roma. Había que tener una cierta prisa porque al día siguiente era la Beatificación de Juan Pablo II. Se preveía que, por la numerosa concurrencia, podía haber dificultades para llegar con el bus hasta casa. Después de una parada de medio camino, P. Luciano De Michieli, nuestro Coordinador general del Curso, nos motivó a que compartamos verbalmente lo vivido durante estos días, a manera de evaluación. En general, las apreciaciones fueron muy positivas y de mucho agradecimiento por todo. Pese a que ya había mucho movimiento en torno a la Ciudad del Vaticano, con algunas avenidas ya cerradas, aún pudimos llegar al Colegio Santa Mónica.


Parece que había mucha bulla en el bus....

y a Fr. José Souto, se le ocurrió  algo curioso....
... consiguió caramelos con la forma de chupones para bebé.


Quedamos profundamente agradecidos a Dios, por concedernos estos días que afianzaron nuestra fraternidad y nuestros conocimientos en distintos niveles. Un ¡gracias! de corazón a quienes hicieron posible todos estos días, a nuestro Coordinador, P. Luciano, y a las comunidades de hermanos y hermanas que se esmeraron en atendernos. Rogamos que Dios bendiga a nuestro Piloto que se portó muy amable con nosotros.
En medio de lo dicho hay muchos más detalles, datos, experiencias, emociones, incluso anécdotas, vividas durante estos días. Esperamos que cada uno lo pueda compartir de algún modo donde le toque estar. Realmente fue una bendición tener estar gran oportunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario