lunes, 11 de abril de 2011

DÉCIMA SEMANA

(Ha sido una semana un tanto particular, uno por las clases y otro por la peregrinación comunitaria que hemos tenido el fin de semana. He aquí lo rescatado por una de nuestras Hermanas Agustinas Misioneras que asisten al Curso).
Por: Hna. Lenice Echamendi, AM
Del 4 a 10 de abril
Terminamos una semana más de clases en nuestro camino por las sendas de San Agustín. El P. Luis Marín, de la provincia de España,  fue nuestro maestro en estos días y nos presentó el tema de la “Espiritualidad Mendicante”. Introdujo su clase con el siguiente pensamiento: Si no somos vigentes en nuestra espiritualidad, vamos a la extinción”.
Con este pensamiento, antes de entrar en la espiritualidad mendicante propiamente, nos presentó dos puntos de vista de la Teología Espiritual:
Un punto de vista necesario: Somos cristianos en el mundo y para esto necesitamos conocer a Cristo experiencialmente, encarnados en un contexto determinado, transmitiendo a Cristo con entusiasmo y alegría, al punto de contagiar a los demás.
Un punto de vista discutido: como cristianos sufrimos críticas por no ser coherentes con nuestra fe, nuestra vocación y nuestra espiritualidad cristiana.
Estas críticas nos invitan a una necesaria renovación de vida, teniendo presente que vivimos en doble tensión: fidelidad al origen y apertura a una actuación histórica nueva. Esta tensión nos impulsa a mirar lo esencial y abandonar lo que es accesorio en nuestro estilo de vida cristiana y agustiniana.
Como seres humanos, no encontramos fuerzas para esa renovación. El Espíritu Santo viene en nuestro auxilio y nos hace recordar el mensaje de Cristo, nos ilumina y da fuerzas. En cuanto apóstoles, nos acompaña en la predicación; y en cuanto oyentes, nos acompaña en la recepción.
P. Luis  enumeró diez criterios para identificar el Espíritu desde una perspectiva cristocéntrica, entre ellos destacamos: el Espíritu nos hace reconocer a Cristo como potencia y vida, pero en el escándalo y en la debilidad; el Espíritu nos revela un Dios amoroso y dialogante y el Espíritu orienta a la comunidad a través de sus dones y frutos.
La espiritualidad es una apertura a la trascendencia que nos ayuda a superar el materialismo, gregarismo y los horizontes limitados y nos invita a tener actitudes de proféticas: Amar la verdad, tener una unión íntima con Dios y estar disponibles a entregar la propia vida.
La Espiritualidad Agustiniana contiene:
 Dos fuentes:
  • San Agustín: Su testimonio y vida; su doctrina y escritos  y el monacato fundado por  él en el norte de África.  
  • La realidad de la orden fundada en 1244
Dos fundamentos:
  • La Sagrada Escritura
  • Diálogo con el mundo
Cuatro Pilares:
  • Interioridad
  • Vida comunitaria
  • Implicación social
  • Disponibilidad a las necesidades de la Iglesia.

Nos presentó una cuestión que nos dejó reflexionando hasta ahora: ¿Seguimos o imitamos a Cristo? Concluimos que lo más importante es identificarnos con él, pues él se identifica con nosotros.
Hablamos también sobre los estados de vida: Clerical, laical y religiosa en sus diversos matices.
El día jueves hicimos un trabajo en pequeños grupos donde analizamos y enumeramos algunos rasgos que definen al mundo de hoy; luces y sombras presentes en nuestra familia agustiniana y sugerimos algunos caminos para potenciar la vivencia de nuestra espiritualidad. Fue interesante constatar que en entre los grupos surgieron reflexiones comunes, a pesar de lo que es para algunos luz, para otros es sombra. Eso comprueba que estamos viviendo en el mismo mundo, a pesar de ser de distintas culturas y tradiciones y el que ser cristianos y agustinos nos une, nos hace uno solo y nos interpela a hacer eco, dando una respuesta a los gritos del mundo de hoy.
Concluimos las clases de esta semana recordando el origen de los mendicantes, que surgieron como una respuesta a los distintos cambios (sociales, cultural, político y religioso) de su época.
Mientras no llega el profesor, aprovechando para leer al máximo. Mientras que otros...

Hablando de nuevas espiritualidades y su valor. "Lo que no está en contra de nosotros está a nuestro favor".

Escucharse uno al otro, no siempre es fácil, requiere mucha dosis de paciencia, lo cual hay que pedirlo.

El día miércoles 06 fue el cumpleaños de Fr. Rodrigo, un cumpleaños “inolvidable” porque lo celebró  recuperándose de un pequeño accidente. 
El accidente lo tuvo en cama, así es que las visitas de los hermanos no se hicieron esperar.
Después de recuperarse, con cierto esfuerzo va a clases. He ahí dando sus primeros pasos.
Por fin, de nuevo, en clases y muy contento. Viendo su foto durante el recreo.
(Así como hubo un campeonato de futbolín, esta vez, uno de los profesos del Colegio Santa Mónica organizó un Campeonato de Billar. Disponemos imágenes de los finalistas.)


(Para afianzar la integración y celebrar el cumpleaños de Fr. Rodrigo, el viernes por la noche hubo convivencia comunitaria entre los del Curso, que resultó muy divertida.)
Alguien, apenas llegado, ya quiere consumir golosinas, olvidando, incluso, que tiene que cuidar el azucar.
Los de su grupo tienen tienen que adivinar a qué se refiere con el gesto. ¿Qué es?
Cuando se hace concurso por grupos, uno de ellos gana. Los demás a llorar.
Culminamos nuestra semana de espiritualidad con una peregrinación a Pavía y Milán, teniendo como guía y compañía a nuestro Coordinador del Curso, P. Luciano. 





Junto a la tumba de nuestro Padre San Agustín, en la Basilica S. Pietro in Ciel D’Oro, en Pavía, escuchamos atentos las explicaciones del P. Giustino Casciano, Prior de la Comunidad Agustianiana que custodia dicha basílica. Nos habló sobre el Arca donde está depositado el cuerpo de Agustín y nuestro corazón ardía por la alegría de ser herederos de la espiritualidad agustiniana. Dijo también que cada agustino debe tener como inquietud por lo menos una vez en la vida, estar junto  a la tumba de Agustín y pedir su intercesión por toda la familia agustiniana. A los pies de Agustín celebramos la Eucaristía y nos unimos a todas las agustinas y todos los agustinos presentes en el mundo, pidiendo a Agustín que seamos fieles a nuestra vocación, espiritualidad y carisma.






Al caer la tarde hicimos una caminata por las calles, recorriendo algunos edificios históricos de la ciudad como: Catedral de Pavía; lugar donde estuvo la torre cívica, La universidad de Pavía, el puente Coperto sobre el rio Ticino, la Iglesia de San Michele Maggiore y el Castello Visconteo.


Como fraternos que somos compartimos la cena con la Comunidad Agustiniana de Pavía, con un grupo de laicos agustinianos, entre los cuales hicieron ese mismo días sus promesas o algo así, pero nos sentimos bien acogidos, en familia. (A tal punto que P. Luciano nos motivó agradecer con un canto, ellas y ellos nos respondieron con otra canción, y nosotros rematamos con “Cielito lindo”. Fue un momento grato.)

El día domingo terminamos nuestro recorrido por Pavía visitando Certosa (Monasterio Cartujo), donde participamos de la Eucaristía dominical; luego  nos dirigimos a Milán y visitamos la Catedral de Milán.



Allí  se encuentra el Baptisterio donde nuestro Padre San Agustín recibió el bautismo de manos del Obispo San Ambrosio la noche de  pascua del 24 de abril del año 387. Renovamos nuestra fe con la oración del Credo y nos unimos a todos los fieles bautizados con la oración universal del Padre Nuestro.






Por todo lo vivido en esta semana elevamos nuestro corazón a Agustín y rezamos:
¡Oh! Padre San Agustín, sé para nosotros un Maestro de vida interior: haz que nos reencontremos en ella, y que recuperando nuestra alma, podamos descubrir en el interior el reflejo, la presencia, la acción de Dios; y que dóciles al misterio de su Gracia, podamos obtener la Sabiduría, es decir con el pensamiento la verdad, con la verdad el amor, y con el amor la plenitud de la vida, que es Dios. Amén. (Pablo VI).

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